jueves, 6 de septiembre de 2007

Valija, la 8va pasajera

El viaje comenzó a las 2:30 de la madrugada del sábado. Un avión privado era abordado por 7 personas con destino a La Argentina. El lugar era Caracas y tanto el destino como el momento, eran inciertos. ¿Había razón alguna para que un vuelo partiera tan tarde a Buenos Aires?

Había un pasajero más. Uno que no hablaba, que era cuadrado y llevaba algo adentro. Un cuerpo que por inerte e inanimado, nunca nadie habría podido saber el revuelo que causaría.

La avioneta, un Cessna 750 X alquilado por los ejecutivos de la empresa estatal de energía Enarsa, viajaba presurosa para llegar a destino.

Los personajes que acompañan al pasajero son heterogéneos. Claudio Uberti, director del Órgano de Control de Concesiones Viales (Occovi); Victoria Bereziuk, funcionaria de ese organismo; Exequiel Espinosa, presidente de Enarsa (la empresa energética del Estado); tres ejecutivos de Pdvsa (la petrolera del gobierno venezolano), y Daniel Uzcateguy Speech, hijo del vicepresidente de esa compañía. Pero falta el más importante, la persona que reconoció como su propiedad a nuestro cuadrado pasajero. El nombre de ésta persona es Guido Alejandro “El Gordo” Antonini Wilson, una suerte de abstracción física del personaje mafioso de “Los Simpsons”.

Wilson es un acaudalado empresario con nacionalidad en conflicto: mitad venezolano, mitad norteamericano. Tiene 46 años, una mansión en Key Biscayne y 4 empresas radicadas en el estado de Florida, Estados Unidos. Ha participado repetidas veces en el rally europeo Gumball 3000, este año con un Porsche Carrera GT. Sus medidas son 120, 140, 120 y su color preferido es el azul.

Antonini traslada con recelo su cuadrado amigo pasajero. Todos los que están dentro de la avioneta conocen su contenido, y hacia donde se dirige. Todos, absolutamente todos conocían del contenido de su compañero de viaje petiso y con rueditas, eran libros y documentos. Y luego U$S 60.000, y finalmente U$S 790.550. Un cambio radical, si los hay.

La madrugada de 4 de agosto fue entonces que el vuelo llegó al Aeroparque Metropolitano Jorge Newbery. Todos los ocupantes descendieron rápidamente del transporte, tal vez a sabiendas de que la hora, el alquiler del avión con dinero estatal, o tal vez los “libros y documentos” les traerían problemas a la hora de no mentir. Pero la verdad es que mentir no es lo mismo que ocultar. “El Gordo” ocultaba algo. Y los efectivos del aeropuerto se lo hicieron saber.

—Epa! ¿Que tenés ahí?

Y efectivamente fueron encontrados los 800 mil no declarados en “libros y documentos”

¿Para quién era el dinero? ¿Por qué venía a la Argentina? ¿No era muy obvio que casi un palo verde llegara desde Venezuela, acompañado por funcionarios argentinos y venezolanos justo cuando Chávez venía de visita? Menos mal que el presidente de los argentinos había aclarado que “no ponía las manos en el fuego por ningún funcionario”.

O el destino tiene mucho sentido del humor, o bien la gente de plata es simplemente boluda.

Lo que parece increíble es que después del caso Skanska o de la bolsa en el toilet de Felisa Miceli, los K continúen siendo los primeros referentes en la intención de voto del 60% de los argentinos.

1 comentario:

El tinglao dijo...

Sos un grande taurin, muy muy buena cronica...espectacular tu forma de escribir...un abrazo.